¡Hola Mezcalero!
En esta ocasión quiero compartir la historia de cómo me embarqué en la aventura del mezcal, ya que es una de las preguntas que más me hacen.
Todo comenzó en 2013, durante un programa de intercambio en una universidad en España. Allí, presencié de primera mano la limitada percepción cultural e histórica que tenían mis compañeros sobre nuestro país. El México en el que vivo a diario no se ajusta a la imagen cliché y pintoresca que a menudo se proyecta en el extranjero.
Meses después de regresar del intercambio, impulsado por mi pasión por las experiencias gourmet que ofrece México, me propuse crear un concepto que reflejara nuestra increíble cultura prehispánica, fusionada con los aspectos contemporáneos y elegantes de nuestro país.
¿Y cómo entré al mezcal?
En 2014, viajé sola a Oaxaca durante un par de semanas para ver si podía hacer realidad mi visión con esta excepcional bebida destilada. Desde mi llegada, me enamoré de la ciudad y su rica riqueza cultural, desde la gastronomía hasta las artes. Fue una revelación explorar este estado por primera vez.
Tras explorar la ciudad, decidí aventurarme en la región mezcalera, donde tuve la gran oportunidad de conocer a Joel Santiago Hernández, a quien tengo la fortuna de llamar amigo y compañero. Comparte la misma visión de ser embajadores del mezcal a nivel mundial.
Así nació Mezcal Mitre, un símbolo que representa a México de forma imponente. El jaguar, que simboliza un mineral tan precioso como la obsidiana, es una combinación que encarna nuestra mágica botella.
Esta combinación está respaldada por un gran producto, no sólo una receta, sino por manos expertas llenas de tradición e historia, como las de Joel y Laurentino, hijos de Don Tacho, una leyenda viviente en la industria del mezcal.
Espero que hayan disfrutado de mi historia y les dejo un consejo: si tienen un proyecto que quieren emprender, atrévanse a empezar. No hay fórmula ni plan; todo se va desarrollando poco a poco. Lo importante es dar el primer paso.